¿Es necesario operar las amígdalas a los niños?

¿Es necesario operar las amígdalas a los niños?

 

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La típica operación de garganta, que muchas veces viene acompañada por otra de nariz, es ni más ni menos que la de amígdalas. Ahora bien, ¿qué son y para qué sirven? Son los órganos linfáticos que están en la parte posterior de la boca y que forman parte del sistema inmunitario, por lo que ayudan a eliminar gérmenes y bacterias para prevenir las infecciones en el cuerpo.

«Las amígdalas son dos estructuras ovales y en forma de glándula que miden aproximadamente dos a tres centímetros y se encuentran a los lados de la garganta, justo detrás y sobre el nivel de la lengua», explica el doctor Diego Folgueira, médico otorrinolaringólogo del Swiss Medical Center. Y continúa: «Por otra parte, se encuentran las adenoides, que están compuestas por el mismo tipo de tejidos que las amígdalas, pero están en la parte superior de la garganta». Según el especialista, si bien cumplen esta función de barrera para las infecciones que entran por la boca o la nariz, también las amígdalas pueden ser causa de enfermedad, pueden infectarse crónicamente por virus y bacterias, y entonces pasan, automáticamente, a dejar de tener la función protectora. «Se convierten en una fuente de problemas que pueden repercutir en todo el organismo», aclara el médico.

¡Al quirófano!

Ya lo dijimos. Es una de las operaciones más comunes y suele ser, en muchos casos, la primera a la que se someten los niños. ¿Cuándo amerita operar? «Hay dos indicaciones precisas para la cirugía: por infecciones recurrentes a pesar del tratamiento antibiótico y de la prevención; y por dificultad respiratoria, deglutoria, detención del crecimiento por obstrucción debida al aumento de tamaño excesivo de las amígdalas», dice el doctor Carlos Scappatura, médico otorrinolaringólogo del Sanatorio de los Arcos. «Los abscesos peri amigdalinos, poco frecuentes en los niños, y los tumores de amígdalas, más raros, son también indicaciones quirúrgicas», suma la doctora María del Carmen Vázquez Rodríguez, otorrinolaringóloga.

Según Folgueira, hay una serie de indicaciones genéricas para saber si se debe realizar o no un cirugía de amígdalas. A saber:

 

  • Cuando el gran tamaño de las amígdalas junto con el de las adenoides interfiere con la respiración, provocando pausas respiratorias (apneas) durante el sueño, o interfiere con la alimentación correcta.
  • Cuando hay infecciones recurrentes de garganta.
  • Cuando anteriormente se obtuvo un absceso periamidgalino, ya que es habitual que se conviertan en cuadros de potencial gravedad.
  • Cuando la amigdalitis es causa de convulsiones febriles.
  • Si el tamaño favorece la producción de otitis o rinitis de repetición.

Por lo tanto, si tu nene sufre infecciones tales como dolor de garganta, voz gangosa, aliento fétido, fiebre, ronca y tiene apneas del sueño, entre otras cosas (y de manera repetida), no dudes en llevarlo al otorrinolaringólogo para que evalúe la gravedad del caso. Si lo dejás pasar y no se opera, hay posibilidades de que luego aparezcan complicaciones como fiebre reumática o, a la larga, una sobrecarga cardíaca. «Por eso se decide preventivamente la cirugía; además, la morbilidad lo obliga a guardar reposo varias semanas al año», dice Scappatura.

Con los chicos, sí

¿Por qué se trata de una operación tan frecuente entre los pequeños? Según el especialista del Sanatorio de los Arcos, el niño es un ser humano en desarrollo, por lo que su sistema inmunitario es todavía inmaduro, lo que hace que sea más sensible a los cambios climáticos y a las infecciones en el contacto con otros chicos. «Esto hace que sufran más inflamaciones e infecciones, con agrandamiento de sus amígdalas», explica.

Por lo general, quienes entran a quirófano para que les extraigan las amígdalas tienen entre 2 y 6 años, pero esta operación es común hasta la adolescencia. «En muchos casos se puede evitar la cirugía con tratamientos preventivos, vacunas orales, corticoides tópicos nasales, mejorando la ventilación y evitando las infecciones repetidas», concluye Scappatura. Y si tu hijo tiene miedo o te arma algún berrinche porque no quiere entrar al quirófano, decile que cuando salga va a tener que comer mucho helado y vas a ver cómo entra gustoso a la sala de operaciones.

Fuente: http://www.revistamaru.com/

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