Cuántas mentiras decimos por día?

Cuántas mentiras decimos por día?

 

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En promedio, todos decimos cuatro mentiras por día. Hay diferentes tipos de mentiras, y son muy diversas las causas que nos impulsan a mentir. En casa y en el trabajo. Mentiras piadosas.

 

«El que dice que no miente, que tire la primera piedra», dice la psicóloga Adriana Guraieb.

La analista resalta que «desde chicos aprendemos las primeras nociones de la verdad y la mentira.»

«Por un lado nuestros padres nos dicen que no decir la verdad está mal, pero si nos regalaban un juguete que era horrible y uno se animaba a expresarlo, obteníamos un reto acompañado de ni se te ocurra volver a repetirlo. Así, el niño se quedaba perplejo y dudoso», destaca Guraieb.

De acuerdo a la integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), hay muchos tipos de mentiras y son diferentes las causas que impulsan a mentir.

Mentiras defensivas: la protección ante todo

Por temor
En algunos casos, ocupan un lugar de protección. Se tiene temor de perder un trabajo, de no continuar una relación sentimental o de poner en riesgo el prestigio.

En este sentido, señala Guraieb, no hay distinción de edades, parentescos o credos. «Todos utilizan la mentira ante la angustia de la pérdida, es algo universal», apunta.

Para evitar responsabilidades
Cuando se expresan excusas del tipo «no recibí tu mail», «no escuché el llamado», «no pasé por casa», «nunca me avisaron…»

Para cuidar la imagen
Hay mentiras vinculadas con querer agradar, tratar de ser aceptado o que implican salvar la imagen. A veces se enmascaran los defectos y sólo se muestra lo mejor.

Para lograr algo
Otras se relacionan con buscar algún beneficio, obtener un trabajo o lograr un ascenso.

Evitando el castigo
Ante la ocurrencia de una sanción se puede incurrir en mentiras, tratando de esquivar el castigo.

Resulta muy difícil asumir las mentiras pero, según una encuesta del diario Daily Mail, el común de la gente dice cuatro mentiras al días, lo cual significaría emitir unas 100.000 en toda una vida.

Mentiras blancas
Existen muchas mentiras admitidas socialmente. Son las afirmaciones que tergiversan algún punto de la realidad pero que cuentan con cierto consenso social.

«No todas son espinas en el jardín de la mentira, pues hay muchas de ellas que son muy bien toleradas por la sociedad. ¿Qué sería de tanta gente, que tiene que vender un producto, publicitar y promocionar las virtudes de algún producto?», resalta la analista Guraieb.

Hay un ritual ya asumido de la exageración, se suelen agrandar las cualidades de lo que se trata de vender o promocionar.

Otro momento crucial donde se pone en juego el valor de la verdad y la mentira es cuando se enfrenta una situación de enfermedad terminal de una persona cercana.

«Algunos desean la verdad, otros necesitan con desesperación aferrarse a la esperanza de un mañana y de una posible curación. ¿Puede juzgarse de mentirosa a las personas que omiten el diagnóstico?», dictamina Guraeib.

«Se te nota»
Los especialistas también señalan que cuando una persona dice una mentira suele evidenciar ciertos indicios corporales como por ejemplo:

. el cuerpo se inclina hacia delante, levemente.
. traga más saliva, puede tener más sed
. se toca más la cara
. evita mirar a la cara a su interlocutor
. puede aumentar los lapsus en el discurso,
. puede aumentar las negaciones (yo no lo hice, jamás se me ocurriría, yo no sabía)
. disminuye el parpadeo, mira fijo.

Así en la vida como en la oficina
En el mundo del trabajo hay también un gran historial y las mentiras forman parte de la cotidianeidad.

En un artículo anterior se planteaba que el «65% de los postulantes a un puesto de trabajo falta a la verdad».

«El uso de mentiras por parte de los trabajadores para encubrir sus errores o incapacidades, es habitual en todo el mundo por el miedo que sienten los empleados al fracaso», dice Gunther Ketterer en Empleo Internet

Repertorio laboral

1. Todo está bajo control
La necesidad de ser responsable mientras se está en el puesto de trabajo, es una de las variables más admiradas por los jefes y supervisores, quienes comúnmente tienden a utilizar frases como «aporten soluciones y no problemas», pues hasta cierto punto esto diferencia a un buen trabajador de uno mediocre.

Todos odian admitir que no han conseguido lidiar con una o varias situaciones puntuales, pues parece ser que esta incapacidad relativa se asocia con una incompetencia permanente y da lugar a que otros ganen puntos para ocupar el puesto de quien ha tenido problemas.

Cuando ocurren estas cosas y se está en una situación como ésta, se utiliza muy a menudo el «todo está bajo control». En estos casos lo que debe hacerse es explicar que las cosas no están saliendo como se esperaba y que se tienen algunas ideas que pueden mejorar esta situación. Así se obtiene un poco más de tiempo para corregir los errores cometidos sin la necesidad de mentir.

2. La trampa del «con todo gusto»
Muchas veces se deben realizar tareas que no son gratas mientras se está trabajando, por ello es común ver que muchos utilizan la frase «con todo gusto», cuando en el fondo no están entusiasmados en realizar la tarea encomendada, pero saben tienen que hacerla igual.

Es muy factible que se asignen tareas específicas que pueden resultar una tortura para quien tiene que realizarlas, sin embargo, en estos casos es mejor realizar un análisis de aquellas cosas que se pueden hacer bien y aquellas que simplemente prefieren dejarse a un lado.

De esta forma cuando haya oportunidad de conversar con el superior se pueden exponer estas ideas y se eviten tareas desagradables en el futuro.

Lo peligroso de mentir con la frase «con todo gusto», es que al ser un trabajador competente puede que las tareas encomendadas se realicen de manera perfecta, lo que podría dar la impresión de que se llevaron a cabo con entusiasmo, y no dejar ver la realidad al superior.

Decir la verdad no va a liberar a un trabajador de tener que cumplir con tareas desagradables en el futuro, pero al menos aminorará la cantidad de trabajos desagradables que se le encomienden.

3. «Me quedé atascado en el tráfico y llego en cinco»
Quienes no llegan a tiempo a su trabajo recurren a la mentira piadosa «me quedé atascado en el tráfico». Sin embargo, es preferible hacerse cargo del error cometido y asumir que aunque el despertador sonó muchas veces, el sueño fue más fuerte.

Llegar atrasado ocasionalmente no acarrea un serio problema para la hoja de vida de un trabajador, ya que todo el mundo ha tenido que lidiar con eso por regla general.

Cuando se llega al extremo de mentir todos los días por llegar tarde, se vuelve una conducta evidente y resta el nivel de credibilidad de la persona, situación que es más difícil de resolver que levantarse más temprano.

Nunca hay que arriesgar la reputación que se posee por una mentira piadosa.

4. Estaba pensando en lo mismo: el peligro de la obsecuencia
Intentar quedar bien con el jefe diciendo «estaba pensando en lo mismo», puede resultar más perjudicial de lo que un trabajador imagina.

Puede que haya casos en que se piense lo mismo que el jefe, pero cuando esta situación se repite una y otra vez, se vuelve molesto y notorio para el superior y los compañeros.

Este mismo concepto debe aplicarse también al comportamiento lisonjero con los compañeros, cuando en determinados momentos se intenta apoyar más de la cuenta algún tipo de idea que surja o se trate de sacar provecho de la ocurrencia de otro a través de un apoyo incondicional.

Hay que tener en cuenta que cuando se expresa una idea, uno de los comportamientos que genera mayor rechazo es la intención de obtener crédito por méritos que no son propios.

5. Encontrémonos pronto: «nos vemos»
Utilizar la frase «encontrémonos pronto» con ex compañeros o colegas, cuando no se tiene la verdadera intención de hacerlo, es una mentira piadosa muy recurrente hoy en día que evita quedar mal y hace parecer a la persona más sociable de lo que realmente es.

Los nuevos requisitos sociales que se han impuesto en el mundo empresarial y laboral, obligan a las personas a utilizar este tipo de mentiras con tal de mantener un estatus social determinado, toda vez que en este ámbito de cosas no se acepta un «no eres interesante, y no me interesa socializar contigo».

Aunque el compromiso social parece ser inevitable, el consejo está en intentar darle una oportunidad a esta falsa promesa de encuentro, pues no se deben desdeñar las posibilidades que confiere el escuchar las ideas y punto de vista de otros.

Fuente: vanguardia.com.mx

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