La muerte de un hijo: cómo se atraviesa un duelo
La muerte de un hijo: cómo se atraviesa un duelo

La muerte de un hijo: cómo se atraviesa un duelo

La muerte de ser querido siempre es una  experiencia difícil de sobrellevar. Nunca nos sentimos lo suficientemente preparados para afrontarla aunque se produzca por la avanzada edad de una persona, como en el caso de nuestros abuelos. Pero perder un hijo es, sin lugar a dudas, el suceso más devastador para un padre.

La noticia del fallecimiento de Blanca  -la hija mayor del actor chileno, Benjamín Vicuña y de la modelo argentina, Carolina “Pampita” Ardohain- causó gran conmoción. El deceso de la pequeña, de 6 años, se produjo en la clínica Las Condes de Santiago de Chile donde permaneció internada por nueve días debido a dos bacterias que habría contraído durante las últimas vacaciones familiares en la Riviera Maya, las que le habrían causado neumonía hemorrágica que terminó con su vida.

“Si bien es cierto que toda muerte nos afecta en algún grado, el dolor por la pérdida de un hijo es una de las tragedias más grandes que les puede suceder a  los padres. El duelo que cada uno deberá hacer implica un sufrimiento grande, que durará un tiempo prolongado y, en algunas personas, toda la vida”, explicó Adriana Guraieb, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) en una entrevista con Infobae.

La especialista sostuvo que la aceptación de la pérdida del  hijo pasa por etapas que son vividas de diferente manera por la pareja de padres, según sea la personalidad de cada uno y la fortaleza o resistencia que tenga para soportar la adversidad.

Pero, ¿cómo se viven esos primeros momentos cuando los padres reciben la peor noticia de sus vidas?. “Apenas se enteran la negación surge bajo la forma de “esto que me está pasando no puede ser cierto, es una pesadilla, ya me voy a despertar”. Luego del intento fallido de negar la realidad pueden venir diferentes reacciones: hay quienes se ponen hiperactivos y no cesan de programarse actividades, mientras que otras personas se sumen en un estado de aislamiento pronunciado”, explicó la experta.

Luego, la culpa frente a lo sucedido aparece como algo  casi inevitable. Los padres se interrogan a sí mismos o entre ellos:  “¿Qué hubiera podido para evitar su muerte?”, “¿Cómo no me dí cuenta antes?, «Si hubiera hecho algo distinto  tal  vez hoy mi hijo estaría vivo».

Al respecto, la psicoanalista consultada refirió que las formas que toma la culpa que los sume en un dolor sin nombre son innumerables y, si conjeturan que el desenlace pudo haberse debido a malos diagnósticos o malas praxis, entonces  el enojo, la rabia y la impotencia también aparecen.

“En el caso de la pérdida del hijo único el silencio llena la casa, y en la pareja la disminución de la comunicación y el aislamiento puede llevar a producir un distanciamiento: llevará tiempo volver a reacomodarse y es una tarea ardua, pues esos padres vivían en función de ese único hijo que se fue. El fantasma de una vejez sin tener quien los cuide se acrecienta”, expresó.

Si la pareja tiene otros hijos, éstos  ayudarán mucho a los padres con sus requerimientos a reconectarse progresivamente con el mundo externo: con las tareas escolares, sus horarios, comidas , salidas ,etc.

Finalmente, Guraieb brindó sugerencias y consejos para quienes les haya tocado  atravesar esta difícil situación

1)    Los que acompañan de cerca a los padres deben permitirles y facilitarles la posibilidad de llorar, descargar, hablar una y otra vez del hijo cuando estaba vivo: ”poner el cuerpo y el alma” para acompañar el dolor de estas personas quebradas interiormente.

2)    No es recomendable hacer callar a los padres diciéndoles “No llores más, te va a hacer daño”. Por el contrario, compartir su angustia puede ser un bálsamo para ellos.

3)    Si en los primeros tiempos no pueden desprenderse de la ropa y juguetes del hijo fallecido  es bueno respetar esa decisión. Esos objetos los acompañarán el tiempo necesario  y mirarlos o tenerlos cerca les facilitará una transición un poco más llevadera.

4)    Cuidar mucho a la pareja, escucharse, hablar el uno con el otro de cómo viven el duelo. La comunicación  es fundamental para unirse más y apoyarse mutuamente.

“Es muy difícil superar totalmente la muerte de un hijo: el dolor es muy hondo. Lo que sí  puede llegar con el tiempo es la  disminución de  la intensidad del sufrimiento y que el sentimiento de culpa vaya cediendo”, finalizó Guraieb.

Fuente: http://america.infobae.com

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