Cuándo debo llevar a mi hija al ginecólogo por primera vez?

Cuándo debo llevar a mi hija al ginecólogo por primera vez?

 

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Espero a que se desarrolle y tenga su primera menstruación? ¿O hay que esperar a que sea más grandecita? ¿Hay que hacer la primera consulta después de que tenga relaciones sexuales o antes? Éstas son sólo algunas de las dudas que suelen tener las madres antes de llevar a sus hijas al ginecólogo. Sin embargo, la respuesta es más sencilla: la recomendación es que la primera cita sea cuando comienzan los signos del desarrollo puberal, alrededor de los nueve o diez años. «Es un proceso de crecimiento que suele traer interrogantes, angustia ante la transformación del cuerpo de niña a mujer, y esta consulta va a aclarar y confirmar la normalidad o no del proceso, como es la aparición del botón mamario que, en un inicio, puede ser unilateral; la aparición del vello pubiano; el flujo blanquecino, que indica que las hormonas femeninas ya están actuando; el crecimiento de talla y demás. Y, sobre todo, ayuda a saber los tiempos que dura este desarrollo, ya que muchas mamás, ante la aparición del botón mamario, piensan que ya van a tener su menarca (primera menstruación) y ésta recién se va a producir entre dos y cuatro años después», se explaya la doctora Gabriela Kosoy, médica ginecóloga de planta de la sección Adolescencia del Hospital B. Rivadavia y presidente de la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto-Juvenil (SAGIJ) .

La visita al ginecólogo, además, permite chequear otros aspectos importantes. Por ejemplo, si la niña tiene el plan de vacunación completo. «Si tiene once años, se le indica la vacuna contra el Papilomavirus, que ahora es obligatoria a esa edad, según el Programa Nacional de Enfermedades Inmunoprevenibles», explica la doctora Laura Fleider, médica ginecóloga del Hospital de Clínicas José de San Martín y docente de la Universidad de Buenos Aires.

Por supuesto, es indispensable que la nena vaya acompañada por su madre, no sólo porque es una menor de edad sino porque en la primera consulta se debe realizar la historia clínica completa y para eso es necesaria información que sólo la mamá puede recordar. «Igualmente, en algún momento de la consulta tienen su espacio a solas, dentro de un lugar privado y respetando la confidencialidad», tranquiliza Kosoy.

Excepciones

Hay algunos casos puntuales en los que la visita debería adelantarse un poco. Incluso, hay bebas que a veces tienen que ser llevadas al consultorio porque presentan fusión de los labios menores (coalescencia), que se soluciona con tratamiento médico. «La causa más frecuente de consulta en la infancia es la aparición de flujo vaginal, que luego de los dos primeros meses de vida y hasta la pubertad suele ser anormal e indica la inflamación de la vulva y/o vagina (vulvovaginitis)», explica la presidente de la SAGIJ, quien añade que el origen de este problema suele ser la higiene inadecuada de la zona genital y las parasitosis o que puede aparecer luego de los resfríos, estados gripales o el uso de antibióticos.

Por otro lado, si antes de los ocho años aparecen signos de desarrollo puberal, también se debe adelantar la consulta porque se puede estar ante una pubertad precoz, que requiere investigar la causa y realizar el tratamiento adecuado. «Si más allá de los dieciseis años no hay desarrollo o hay falta de menarca, hay que consultar», añade Kosoy.

La importancia del chequeo

«Es bueno que la paciente vea anualmente al ginecólogo, porque la visita siempre es una gran oportunidad para que las nenas adquieran información acerca de sus cuidados íntimos y de métodos anticonceptivos por parte del profesional», dice Fleider.

Además, una consulta a tiempo puede prevenir dolores de cabeza a futuro. Por ejemplo, durante los primeros tres años posteriores a la menarca es normal tener trastornos del ciclo menstrual. Pero si a eso se le suman el acné y el aumento de vello en lugares donde las mujeres no solemos tenerlo, entonces es importante que un profesional realice la evaluación correspondiente para descartar la posibilidad de poliquistosis de ovario.

«No hay que subestimar las menstruaciones dolorosas, ya que se puede estar ante un caso de endometrosis», advierte Kosoy. Y añade otro síntoma al que hay que estar atentos para correr al ginecólogo: «Cuando hay dolores de tipo menstrual, pero aún no se tuvo la menarca, ya que esto puede estar hablando de alguna malformación genital».

Por último (aunque tal vez, en estos tiempos precoces sea lo más importante), la visita al ginecólogo es no sólo la garantía de un chequeo físico sino también de una charla sobre temas que, si bien los padres deberían conversar abiertamente con sus hijos, no siempre saben cómo hacerlo o, incluso, no cuentan con toda la información con la que sí cuenta un profesional en la materia. El sexo, por supuesto, es uno de estos temas. «La consulta al ginecólogo es siempre un arma de prevención, tanto de adicciones, alcohol, cigarrillo, drogas, como del cuidado ante el inicio de las relaciones sexuales», explica la especialista que se desempeña en el Hospital B. Rivadavia. De esta manera, se pueden prevenir tanto infecciones de transmisión sexual como embarazos no planificados. «La consulta también sirve para explicar siempre el uso del preservativo como único método para evitar el contagio de las enfermedades de transmisión sexual «, suma. Y, si el médico de tu hija no lo hace, exigilo, ya que según el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, los adolescentes tienen derecho no sólo a recibir información sobre métodos anticonceptivos, sino también a que éstos les sean entregados en forma gratuita (ya sean pastillas, preservativos, etc.).

Por lo tanto, si hasta ahora no tenías en el calendario médico de tus hijas la visita al ginecólogo, ya sabés que debés incluirla y así estarás descartando problemas de salud en tu pequeña, pero además estarás sumando tu granito de arena para que, cuando le llegue su momento, pueda tener una sexualidad adulta y responsable.

Fuente: http://www.revistamaru.com

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